miércoles, 3 de marzo de 2010

25 de Febrero

Tienes algo que para un masoquista es deseo constante. Tu ambigüedad de trato y tu falta de suavidad cuando te apetece, como si uno fuera un plato que hoy no es exquisito para tus sentidos. O que sencillamente te estorba, te fastidia. Puede resultar hiriente, francamente perturbador.
Masoquismo puro, el que permita cualquier maltrato, por minúsculo que sea.

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